martes, 22 de noviembre de 2011

Por una Psicología de todos

Hoy, quizás como nunca antes, el posicionamiento de la Psicología y de los psicólogos se convierte en una reflexión de máxima importancia. Los modelos tradicionales se han hecho pedazos: desde hace más de cuarenta años hemos asistido a la emergencia de nuevas formas de hacer y pensar la psicología. El núcleo epistemológico de tales “rupturas” contiene el problema de la propia comprensión de qué es la psicología y qué es ser psicólogo. Las exigencias de época (incluidas las matizadas por los mercados laborales, las emergencias socioeconómicas y sociopolíticas, los modelos de desarrollo social, etc.) testimonian marcas esenciales. La hoy inevitable inmersión de los profesionales en las dinámicas sociales y las prácticas cotidianas denotan también sus impactos. El “laboratorio-consultorio-refugio” ha sido definitivamente minado (en metáfora y en sentido directo). Se impone un reconsideración de identidades: identidad de ciencia, identidad profesional. 

Las dos tesis fundamentales que defiendo, tras los pasos de previsores pensadores de este continente, son tan claras como sencillas:

1. La psicología no es, no ha de ser, una disciplina científica para el consumo propio, sino para el consumo, conocimiento y producción comportamental extensivo de las personas. Por tanto su sentido se revela, más allá de su carácter práctico aplicado, en su consolidación como “cultura de los sujetos cotidianos”. Desde aquí se construye la imagen del psicólogo como mediador entre los conocimientos psicológicos que produce (estructurados en el contexto de los modelos teóricos, representaciones conceptuales, hallazgos empíricos y reflexivos, en la producción científica en sentido general de los psicólogos) y los “destinatarios-usuarios” fundamentales de dichos conocimientos en los diferentes ámbitos de pertinencia.

2. Los “conocimientos psicológicos” no son resultado privativo de la actividad de los psicólogos. Son la resultante de la producción cultural diversa de los grupos humanos, en contextos profesionales y no profesionales. De dónde se consolida la imagen del psicólogo como mediador entre la producción general de conocimientos pertinentes a la psicología y la estructuración de las representaciones conceptuales, teóricas, empíricas de la Psicología.