CONTRIBUCIONES
PARA EL
RECONOCIMIENTO
Y LA CONSTRUCCION.
¿Quién podrá, en la
pasión de un culto legítimo
omitir los desaciertos
en los que necesariamente
toda labor…puede
incurrir?
Eusebio Leal
Quién dice que todo
esta perdido.
Yo vengo a ofrecer mi
corazón.
Fito Páez
Alrededor de los años setenta en el
discurso académico de la psicología en nuestro país se desarrolló
vertiginosamente la utilización del concepto Psicología Marxista. Era un hecho
novedoso para la psicología en Cuba. Con el se expresaba sobre todo la
afiliación ideopolítica de nuestros profesionales y el empeño de pensar y hacer
la psicología desde un paradigma distinto de los que conocíamos. La versión
legitimizada y adoptada en muy poco tiempo, aunque no sin críticas y con la
lógica reacción de resistencia de algunos, fue la Psicología Soviética.
Los soviéticos desde hacía mucho tiempo venían hablando de la Psicología Marxista ,
incluso agregándole la consideración de leninista.
En realidad, el concepto de
Psicología Marxista había disparado algunas polémicas. ¿Por qué hablar de una
Psicología Marxista si no se habla de una química, o una matemática, o una
física marxistas?, ¿qué diferencia existe entre una Psicología Marxista y el
resto de la Psicología ?,
¿es que acaso el objeto de una ciencia se modifica por efecto de la filiación
política de sus adeptos?. Algunas de las discusiones suscitadas eran
comprensibles y esenciales, otras más bien superficiales o de segundo orden.
Entre estas últimas aparecía “la polémica de la denominación”: ¿es correcto
decir Psicología Marxista o deberíamos decir Psicología de base marxista, o
fundamentada en el marxismo, o de espíritu materialista dialéctico?. Absurda
discusión que en algunos casos llevó a muchos “criticopedas sagaces” a decir
que era una debilidad evidente en la supuesta unidad del enfoque marxista.
Lo cierto es que en nuestras aulas,
en nuestros programas de estudio, se hablaba enfáticamente de la Psicología Marxista ,
aunque algunos no podían precisar con claridad que quería decir esto y otros se
contentaban con señalar los trabajos de los soviéticos. A nivel académico
muchas veces se traslucía una cierta impresión de que la Psicología Marxista
era aquella que partía de considerar el carácter reflejo de lo psíquico, su
determinación sociohistórica, una psicología que consideraba al hombre como
movido por acciones volitivas conscientes y voluntarias, y que, lógicamente,
respondía a los intereses de las clases desposeídas, siendo por tanto la única
psicología verdaderamente científica.
El lado más sensible de la polémica
estaba en el hecho de que muchos psicólogos esencialmente latinoamericanos,
mujeres y hombres con una larga historia de lucha política a favor de la
justicia social, de la liberación, a favor de los ideales emancipadores del
marxsimo, se preguntaban si era que acaso ellos quedaban fuera del marxismo, si
es que no eran considerados como defensores de las ideas del marxismo incluso
para la psicología. Estos psicólogos abrazaban modelos teóricos que eran
criticados por la
Psicología Marxista como modelos típicos del pensamiento
burgués. El caso posiblemente más notorio era el de los psicoanalistas
argentinos – hablo, por supuesto, de aquellos psicoanalistas del psicoanálisis
no domesticado, del psicoanálisis creativo que mira a otras fronteras, el
psicoanálisis de la clínica social, del psicoanálisis de Plataforma, el
psicoanálisis implicado como le llama Grande A (1996).
Fue en este periodo que la tarea de
la comprensión del significado de Psicología Marxista se hizo más urgente y
necesaria.
I. PSICOLOGIA Y MARXISMO.
Muchos nombres aparecen en la
evocación de un primer recuerdo espontáneo del camino de acercamiento entre la
psicología y el marxsimo: Politzer, Wallon, Zazzo, Seve, la Escuela de Frankfurt,
Althouser. Las diferentes escuelas (ex)soviéticas – Vygotsky, Leontiev,
Rubienstein. Por supuesto que Reich. En nuestra región, Bleger, Pichón, Merani,
Bauleo, González Martín, y muchos otros. Siguiendo tradiciones distintas y
también diferentes representaciones acerca del significado del marxismo se
construyeron distintos modos de articular nuestra disciplina,- construcción en
si misma plural y contradictoria en la que se suman decenas de escuelas,
corrientes y modos de pensar y hacer -, con la palabra escrita, interpretada y
repensada fundamentalmente de Marx y Engels, aunque también en algunos casos
con la obra de Lenin V.I.
Entre esas diversas formas en que
los psicólogos pensaban y realizaban la posible relación de nuestra ciencia con
el marxismo podemos encontrar enfoques serios, pero también verdaderos
panfletos casi burlescos. Podemos señalar algunas de ellas más con el ánimo de
contar que de establecer algún tipo de taxonomía.
1.
En algún momento, resultaba más o menos común encontrar a algunos que decían
fundamentarse en el “ marxismo”, pero considerando que este no era suficiente
para dar respuestas a los problemas esenciales del espíritu humano por su falta
de comprensión de la espiritualidad. El marxismo resultaba insuficiente para
sus grandes elucubraciones mitológicas y buscaban apoyo en teorías tan
disímiles como el budismo zen, el yoga y cierta representaciones
fisiculturistas que recuerdan al entrenamiento aeróbico cooperiano. Dentro de
este conglomerado por lo general encontrábamos ese tipo de persona que se
deleita en ponerse “etiquetas” que le den un rostro de hombre contemporáneo y
de profundo compromiso social. La totalidad de estos, luego de la caída del
muro de Berlín, se quitaron el traje rojo o lo llenaron de lentejuelas
neoliberales y posmodernas.
2. No son pocos los que
se fundamentaron en un marxismo cercenado en algunos componentes esenciales. Se
conformaron paradigmas teóricos sustentados en la abstracción de una filosofía
marxista desligada de su significado como teoría no solo revolucionaria, sino
para la revolución. Un marxsimo sin el consecuente compromiso político y sin la
consideración de la lucha de clases. Ante tales alternativas se tenía la
impresión de que el vínculo con el marxismo era una suerte de afiliación
fonética, algo así como un fetichismo verbal en el que se supone latentemente
que hablar de trabajo enajenado, plusvalía, etc. son razones suficientes para
ser marxista. Otras veces encontrábamos lecturas tan personales que el propio
Marx tendría que reestudiarse a sí mismo. En realidad, en esta variante quedaba
de Marx apenas un recuerdo lejano.
3. No faltaron los que
partidarios de alguno de los grandes paradigmas de la psicología, encontraron en estos ciertas insuficiencias
que podían ser “complementadas” o
superadas con la incorporación de algunos elementos de la teoría marxista. De paso dichos paradigmas se dan como
portadores de algunos elementos que complementarían al marxismo allí donde
este, supuestamente, resulta “insuficiente”. Vimos aparecer el conductismo
marxista, la fenomenología materialista dialéctica, y lo que considero la
variante más seria, el freudomarxismo y otros tipos de vínculos entre el
psicoanálisis y el marxsimo.
4. Consideremos también
a los que establecían una identificación del marxismo con la psicología
marxista. Así como se suponía que la existencia del materialismo histórico
hacía innecesaria una sociología, se
argumentaba que el materialismo dialéctico era la psicología del marxismo. De
todo esto se desprendía una pérdida de identidad y especificidad entre dos
cosas que son de suyo diferentes. Del
mismo modo en que en su época Comte sociologizaba lo psicológico, al tiempo que
Durkheim psicologizaba lo sociológico, aquí el marxismo queda psicologizado y
la supuesta “psicología marxista” quedaba en el terreno sobre todo de una
filosofía.
5. Con mucha frecuencia
la fundamentación en el marxismo se limitó a la ejercitación de una crítica a
las escuelas, corrientes o tendencias del pensamiento psicológico. Crítica útil
y necesaria pero que al no traducirse en un modelo alternativo o una guía
constructiva para la práctica profesional de la psicología.
6. Algunos han
establecido el vínculo de su identidad como psicólogos y como hombres
comprometidos con la justicia social, la lucha emancipadora y el pensamiento,
el ideario liberador del marxsimo, por la vía de sus compromisos y sus
prácticas políticas. Han sido psicólogos con una práctica política marxista que
han tratado de hacer consecuentes sus convicciones políticas con sus
convicciones psicológicas.
Todas estas variantes, y sin duda
alguna otras a las que no he hecho referencia, representaron acciones aisladas
en el complejo escenario de la ciencia psicológica. En muchos casos, sus
defensores fueron tratados como “sectores disidentes” de sus paradigmas de
origen, por lo que resultaron poco difundidos y sistematizados. Los enfoques
marxistas, los más y los menos, en su gran mayoría no han tenido mucho acceso a
los espacios académicos, a las universidades, a los grandes centros de
formación. En gran medida, dentro de las ciencias sociales y humanas,
incluyendo lógicamente a la
Psicología , ser marxista ha sido ser un luchador generalmente
solitario o con un pequeño grupo de “guerrilleros”.
Quizás uno de los problemas más
candentes de la época, era el hecho que los autores marxistas de los países
socialistas, fundamentalmente europeos y en particular los soviéticos, tuvieron
una actitud total e indiscriminadamente crítica destructitiva con todas las
formas o búsquedas de unidad del marxsimo y la psicología que se produjera
fuera del espacio físico y simbólico delimitado por el socialismo como sistema,
la adherencia partidista al pensamiento comunista y fuera de los marcos de la
naciente psicología soviética. Toda versión que no cumpliera con estos
parámetros era tildada de revisionista, dañina y en última instancia
tergiversadora del espíritu y la letra de Marx, Engels y Lenin. Con esto, por
una parte, se producía una suerte de monopolización y oficialización del pensamiento
marxista básicamente en los autores soviéticos y los que se adherían a su
modelo comprensivo del marxismo, y por otra se cerraban las puertas a la
diversidad, que como sabemos trae consigo sus inevitables errores posibles,
pero también todos sus probables aciertos creativos. Sobre esto me detendré más
adelante.
La posibilidad de construcción de
una psicología marxista requiere, junto a la libertad del pensamiento y la
polémica abierta sin encasillamientos preconcebidos y prejuiciales, clarificar
un conjunto de elementos de partida
esenciales para que el empeño avance por el fértil terreno de la creatividad.
Para el marxismo este espacio de creatividad y construcción es la dialéctica.
Es desde una visión dialéctica que se hace posible derivar los principios
reales de conformación de una psicología marxista. Intentaré señalar algunos
que a mi juicio son de gran importancia.
1. Psicología y marxsimo
no pertenecen a un mismo campo epistémico, no son referentes de la misma
naturaleza, y por tanto sus relaciones (intercambios, complementaciones,
interinfluencias, etc.) no deben entenderse como lineales y unívocas. El
marxsimo no puede dar a la psicología ni su definición de objeto, ni su
metodología y aparato conceptual específicos, ni los problemas concretos que ha
de resolver. El marxsimo, como seguramente cualquier otro paradigma filosófico
de partida, tiene una prioridad
instituyente sobre las prácticas científicas y profesionales específicas, solo
que la resultante es siempre una construcción específica dada por los límites
(los problemas, las nociones, las peculiaridades del objeto, etc.) de la
ciencia en cuestión. Esto quiere decir, que si bien el marxismo impacta
definitivamente un modo de hacer y
pensar la psicología, este modo responde no solo a las peculiaridades del
marxsimo, sino también del paradigma específico de dicha ciencia.
2. Las relaciones,
entonces, entre marxsimo y psicología pueden ser variadas y no necesariamente
terminar o limitarse a la construcción de una Psicología Marxista. Sus relaciones
pueden ser más o menos abarcadoras, pero no por esto menos lícitas. La
legitimidad del carácter marxista de una cierta relación entre las prácticas
profesionales de la psicología y sus construcciones teoréticas paradigmáticas
está dada por lo que pudiéramos llamar la consideración de sus instituyentes
fundamentales. Todo lo que signifique un acuerdo entre las derivaciones del
pensamiento marxista y la actuación del psicólogo, entre el encuadre
cosmovisivo y filosófico del marxsimo y ciertas representaciones teóricas, sin
duda alguna no son necesariamente psicología marxista, pero no por esto dejan
de ser aproximaciones marxistas a la psicología y a su práctica profesional.
3. El ser absolutamente
consecuente con el marxsimo no es una propiedad inequívoca de una opción
política. La política es una práctica que se deriva de una interpretación de la
realidad desde un cierto paradigma ideocosmovisivo, filosófico, etc. Solo que
como práctica al fin, ella es contextual y por ende supone una relación dinámica,
flexible y móvil con respecto a su paradigma de origen. La peculiaridad,
ventaja a mi juicio, del marxismo probablemente reside en que, consecuente con
el principio dialéctico de su construcción, dicho dinamismo y flexibilidad es
conditio sine qua non del propio paradigma y por tanto de suyo es un paradigma
que se nutre de los contextos reales donde se realizan las prácticas de él
derivadas. En su contradicción y contextualización está también su crecimiento
y desarrollo.
Siendo consistentes con tal punto de
vista y con el hecho indiscutible de que el marxsimo es una construcción
continua, plural, dialéctica, entonces la Psicología Marxista
es un espacio plural que abarca modelos teóricos distintos. Digamos que
podríamos hablar de psicologías marxistas, entiéndase, de modelos distintos de
desarrollo marxista en Psicología. Todos tendrán un núcleo común, pero se
diferencian entre si.
4. La modificación
esencial que a nuestro juicio el marxismo supone como “teoría pecaminosa”
(hermosamente pecaminosa) es que el asume como parámetro constituyente la
intencionalidad de las prácticas de el derivadas y sus compromisos ineludibles
con un modo de ser y estar en el mundo, con una ética de lo humano, y sobre
todo con la construcción de una vida más plena y justa de los seres humanos.
Cuando en su conocidas tesis de Fuerbach Marx hablaba de la necesidad no solo
de comprender al mundo sino sobre todo de transformarlo no se refería
sencillamente a hacer que fuera distinto, sino que fuera de algún otro modo
específico ya no en su fenomenología sino en sus atributos esenciales. La
intencionalidad es la unidad de la teoría y la práctica, es en ella donde se
expresa la esencia no solo revolucionadora, sino sobre todo revolucionaria del
marxsimo. De este modo una comprensión de la relación entre marxismo y
psicología abarca como fundamental la unidad intencional del referente
paradigmático, el marxismo, y de la práctica profesional en cuestión, la
psicología.
De este modo queda claro a nuestro
juicio que no solamente una cosa es el marxismo y otra la psicología, sino que
también una cosa es o pueden ser las relaciones entre marxismo y psicología, y
otra cosa es una Psicología marxista. Un ejemplo desde la psicología quizás me
ayude a expresar con más claridad lo que digo. En psicología existen muchas
teorías dinámicas. En el campo de la concepción dinámica de la Psicología están
juntos, por ejemplo, Freud y Lewin. Pero Lewin no sería nunca considerado
dentro de la corriente psicoanalítica, ni Freud dentro del pensamiento gestaltista.
Unidad y ruptura, comunidad y diferenciación, homogeneidad y heterogeneidad,
son estos los parámetros que caracterizan las posibles relaciones entre el
marxismo y la psicología.
II. LA PSICOLOGÍA SOVIETICA :
UN INTENTO DE REALIZACIÓN DE
UNA PSICOLOGÍA MARXISTA.
Mantengo desde hace muchos años la
opinión de que es dentro de la Psicología Soviética que aparece por primera vez
como interés específico, generalizado y asumido por la inmensa mayoría de los
psicólogos, el desarrollo de una Psicología Marxista. Esto sin duda alguna se relaciona con el hecho de
la fundación del primer estado socialista que postula al marxismo como doctrina
oficial y como sustento de todas las prácticas que desde la afiliación política
y estatal se realicen.
Para el caso de nuestro país no hay
duda alguna de que los primeros pasos sistemáticos y como proyecto de gremio
profesional aunque tienen una historia nada despreciable, se ubican en un
pasado tan reciente que es difícil no reconocer con suma objetividad. Una de sus
marcas fundamentales está en la influencia de la Psicología Soviética
que se desarrolló especialmente después de la segunda guerra mundial. Si preciso como lugar de anclaje no toda la Psicología Soviética ,
sino particularmente la
Escuela rusa de finales de la década del cuarenta no es por
mero capricho, sino para ubicar una particularidad que se gestó en la extinta
URSS después de los años treinta. Intentaré, para comenzar, dar mi visión muy
personal del desarrollo de la Psicología Soviética en su vínculo con el
marxsimo. Posiblemente sea una visión marcada severamente por la crítica, por
la detección y el señalamiento sobre todo de los errores. Coincido con aquella
idea de Bachelard de que “al volver sobre un pasado de errores se encuentra la
verdad en un verdadero estado de arrepentimiento intelectual. En efecto, se
conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal
adquiridos o superando aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza la espiritualización”
(Bachelard G.1983.p.15)
II.A. REFERENCIAS HISTORICAS.
- LA BÚSQUEDA.
La mayoría de las representaciones
que hicieron aquellos que se asomaron a la Historia de la Psicología de los
primeros años posteriores a la
Revolución rusa (Ananiev,1962; Iarochevski, 1971, 1976;
Teplov, 1947; Smirnov, 1975 ; Rubinstein,1964, 1969 ; Zhdan,1979, 1983;
Petrovsky, 1970; Rochin,1980 ) coinciden en dar a estos años un sello propio:la
pluralidad. La gran tarea de la época
era elaborar una comprensión de la psicología acorde con los presupuestos
sociales y filosóficos de la nueva sociedad que se pretendía construir. ¿Servía
para esto la tradición de la psicología rusa?. Definitivamente no. A la usanza
de la época en Europa, la psicología tenía en Rusia un carácter eminentemente
experimentalista estructural. El más prominente psicólogo de la época y que
deviene símbolo de la misma , Shelpanov, era un seguidor de los caminos
abiertos por Helmoltz, Fechner, y más adelante la Escuela wundtiana. No
obstante habría que reconocer que fue precisamente Shelpanov quién propuso y
creó el Instituto de Psicología adjunto
a la Universidad
de Moscú, quien creó un ambiente de rigurosidad y creatividad científica, quien
favoreció que en el Instituto se diera “una buena formación psicológica, una
preparación experimental excelente, con una orientación en toda la Psicología del mundo”
(Zhdan,1979, p.7)
La generación de la Revolución quería,
necesitaba y tenía como tarea propia la
revolución de la psicología, y siguiendo la idea leninista de ciencia
proletaria, de universalidad de la cultura proletaria, se lanza a buscarla en
varias direcciones. Unos siguen la tendencia demarcada por los materialistas
rusos, en particular la línea de desarrollo de la ciencia proveniente de la
antiquísima figura rusa de Lomonosov, y más cercanamente Sechenov y Pavlov.
Otros buscan en la novedad de la corrientes predominantes en la época: el psicoanálisis,
el conductismo, la sociología francesa. Es un hecho poco conocido que
importantes figuras de la Psicología Soviética ulterior formaron parte del
Círculo Psicoanalítico Ruso (Alexander Romanovich Luria) uno de los más fuertes
de Europa. Tampoco es muy conocida la afición (¿predilección?) que L..S.
Vygotsky sentía por el conductismo, llegando a pensar que una psicología
marxista tendría de algún modo que pasar por tal comprensión de la ciencia del
comportamiento humano.
La pluralidad real de las diferentes
tendencias y la realización del único modo vital de existencia de una ciencia
social humana: la polémica, la contradicción, la diferencia, la búsqueda, la
crítica y la autocrítica, eran los pilares sobre los que crecía una psicología
aún sin mucha novedad propia, nacional, pero con todas las condiciones para
serlo.
En todo esto, como eslabón
central, estaba la búsqueda de una
alternativa marxista de la ciencia psicológica. Era la tarea central al decir
de Blonsky P.P. Pero conste que desde muy temprano estaba claro que la búsqueda
no era panfletaria, sino genuina. No era movida por intereses políticos, sino
científicos. Y no es que lo político no tuviera un papel importante en este
contexto. Muy por el contrario. Las ideas leninistas de cultura proletaria, la
idea leninista del combate intelectual, de la unidad en la diferencia,
favorecieron el clima intelectual de esta búsqueda, de un modo de hacer y
pensar la psicología más propio, más auténtico, más enraizado en la cosmovisión
ideo-filosófica de sus gestores y consumidores. Solo considerando este ambiente
se puede entender, como ejemplo clave, la aparición de un ideario científico
tan lúcido, contemporáneo, universal y genuinamente marxista como el de Lev
Semionovich Vygotsky. Un psicólogo al que nada psicológico le es ajeno, no
importa donde ni quien lo haya descubierto, que hace de la crítica un arma de
construcción y asimilación de ideas, y no de separación y rechazo.
El pensamiento profundamente
marxista de Vygotsky le permitió ver claramente que “la única aplicación
adecuada del marxismo a la
Psicología está en la creación de una Psicología General- su
noción se ha de formular en relación directa con la dialéctica general, ya que
es una dialéctica psicológica; cualquier
otra aplicación del marxismo a la
Psicología que parta de otro presupuesto, inevitablemente
llevará al escolasticismo de las construcciones verbales, a la disolución de la
dialéctica en cuestionarios y tests, al enjuiciamiento de lo alto por su parte
más baja, al enjuiciamiento por indicadores secundarios y casuales, a la
perdida total de cualquier criterio objetivo y al intento de negar todas las
tendencias históricas del desarrollo de la Psicología a la
terminología de la revolución, dicho en pocas palabras, a la perdida más burda
del marxismo en la
Psicología ” (Vygotsky,1982, p. 420).
Con qué admiración, orgullo y
respeto hace Vygotsky junto a Luria el prefacio a la edición rusa de “Más allá
del principio del placer”. Con qué placer habla de los neoconductistas, como conoce
a Spinoza y a Marx, a Bühler y a Sechenov. La teoría del desarrollo cultural de
las funciones psíquicas superiores debe tanto a los pensadores marxistas cuanto
a los no marxistas, debe sobre todo a una época luminosamente creativa del
desarrollo de la Psicología
en la URSS. Se
originaron en este período, además de la vygotskiana, otras hipótesis teóricas
de indudable valor aunque todas ellas , y esto no las demerita, “fueron los
primeros pasos en la construcción de una Psicología Marxista, fueron sobre todo
hipótesis valientes, que plantearon
preguntas constructivas más que respuestas a las mismas”. (Radsijovsky,1989 p.
80)
Pero los cambios en la vida política
y social del país reservaron para Vygotsky y su obra, para la pluralidad de
este periodo, un golpe demoledor del que definitivamente no se recuperarían
nunca más.
2. LA INSTAURACIÓN.
El concepto de instauración es
complejo. El supone crear algo, pero además establecerlo. Establecer es hacer
estable, instituir, disponer. Presupone la intencionalidad. Y he aquí que
cuando hablamos de un período de instauración incluimos no solo los denotadores
de la palabra sino también sus connotadores.
En los años 30 la orientación, el
estilo de dirección política del país sufre modificaciones esenciales que se
hacen sentir en las ciencias sociales, dentro de ellas la psicología. Muchos
hablan de una dogmatización del marxismo, de la conversión del marxismo de una
filosofía viva, de cambio, de contradicción, a una filosofía de dogmas, una
filosofía de estado o peor aún de gobierno. Lo cierto es que, en el contexto de
la psicología, por presiones de diverso orden los adeptos de todo aquello que
fuera foráneo, originado en países capitalistas, o sustentado en una filosofía
distinta del marxismo, y que habían tenido una práctica profesional exitosa,
comenzaron a retractarse. La más notoria quizás fue la de los psicoanalistas
que hasta ocupó páginas importantes en los periódicos de la época. La única
psicología posible (permitida, no sancionada, etc.) era la que fuera marxista.
¿Pero cuál era esta psicología marxista?. Infelizmente no la propuesta
vygotskiana. Ella era en esencia antidogmática y se sustentaba en la
apropiación de todo el saber universal de la psicología. ¿Cuál entonces?.
Inmediatamente aparecieron propuestas
que se sustentaban en el materialismo de los trabajos de Pavlov como muy
cercano a una construcción marxista. Ivan Petrovich devino paradigma dominante
de la Psicología. Una
Psicología que quiere construirse al modelo de una no Psicología y con un dogma
filosófico. Se da la espalda a lo que pasa en el resto del mundo, todo lo que
se hace fuera del marxismo, o desde una lectura de Marx que no sea la soviética
es malo por definición. Muchos psicólogos se adscriben a tal modo de pensar y
proceder, otros apenas se repliegan, pero de tanto andar replegados, el andar
se les hace camino. El paradigma
político dominante estipula que no hay más ciencias sociales que el
materialismo histórico, y no hay más filosofía que el materialismo dialéctico.
A pesar de que muchos compartían la idea de no hacer de Marx un psicólogo, sino
tomar de él una epistemología, una idea de construcción, un modo de pensar y
transformar (Rubinstein S.L.1934), en realidad se sentaron las bases para la
equiparación de conceptos marxistas y leninistas (sobre todo leninistas) con
ciertas nociones psicológicas.
Es en esta época donde aparecen
conceptos con fuerza dominante. Tal es el caso del concepto de “reflejo”,
extrapolado de la dialéctica leninista, y que servía además de “escudo”, y esto
se lo escuché decir personalmente a Alekcei
Nikolaievich , toda vez que daba una cierta idea de cercanía con el
pensamiento materialista de Pavlov.
El tema pasó de ser la construcción
de una ciencia viva, a la construcción de un sistema de principios que
definieran lo que era Psicología Marxista, y por ende lo que era bueno. Siendo
un tanto fuertes diremos que los psicólogos en la época se empeñaron como en el
medioevo en demostrar la veracidad del dogma, para nada en cuestionarlo, y
arribaron a la “escolástica de las nominalizaciones” que había sancionado
anteriormente como antimarxista, antidialéctica. Con esto se pone en juego el
mismo carácter científico de la disciplina, porque se olvida que así como “la
adhesión inmediata a un objeto concreto, captado como un bien, utilizado como
un valor, ata demasiado fuertemente al ser sensible; es la satisfacción íntima;
no es la evidencia racional” (Bachelard G. 1983.p.282), la adhesión a una
categoría, a un concepto, a un sistema teórico evaluado como autosuficiente y
único, al declarar la falta de racionalidad del otro se hace así mismo carente
de racionalidad. La verdad es siempre una relación, no un absoluto.
No sería justo pasar por alto el
hecho de que, según muchos psicólogos que llegaron hasta los 90 y que de algún
modo vivieron la época a la que nos referimos, una no adhesión a este modo de
funcionamiento podía ser hasta fatalmente costosa. (Radzijovsky,1989). La
veracidad de muchas de esas ideas, de muchos de los sucesos que se narran hoy
aún están por demostrarse y no solo contarse.
A pesar de todo lo dicho, el periodo
de instauración tiene una riqueza indiscutible. Ella reside, a nuestro juicio,
en el hecho real de la búsqueda de ese modelo autóctono, en la creación de ese
sistema homogéneo, lógico. Este es el periodo en que la Psicología Soviética
adquiere perfil propio, distinto a todo lo que se hacía en el contexto de otros
paradigmas. No menos importante es también rescatar la idea de que la
homogeneidad de principios, no era homogeneidad de modelos al interno de la
psicología. En este periodo se configuran lo que serían las tres escuelas
fundamentales de la
Psicología en la
URSS : La Escuela Vygotsky-Leontiev , posiblemente la más
voluminosa y extendida entre otras cosas porque tenían muchas de sus figuras
destacadas asociadas al trabajo de formación de Psicólogos en la Universidad de Moscú; La Escuela
Ananiev-Rubinstein , siempre polémica y dilemática con la
antes mencionada; La Escuela
de Uznadze, también llamada Escuela de Tbilisi, que en su contra siempre tuvo
la barrera lingüística y la relativa separación del centro de operaciones de la
psicología: Rusia.
Tendríamos también que llamar la
atención sobre los años de guerra, en los que muchos psicólogos no solo
participaron como soldados, sino que además pusieron sus conocimientos
profesionales y científicos al servicio de la causa que defendían con las
armas. Importantes investigaciones sobre traumatismos de guerra, miembros
fantasmas, cegueras nocturnas y otras fueron fuente de desarrollo teórico en
los años siguientes.
Muchas de las más conocidas y
significativas obras de la Psicología Soviética fueron escritas en este
periodo, o en el espíritu de este periodo. Por solo citar algunas recordemos
“El ser y la conciencia”, “Problemas del desarrollo de la psique”, ”Principios
de Psicología General”, “Psicología”, “Lenguaje y Conciencia”, “Actividad,
Conciencia, Personalidad”. Son las obras que dieron al mundo la cara de la Psicología Soviética.
Fueron precisamente las obras con las que los cubanos entramos por primera vez
en contacto con el pensamiento psicológico de los soviéticos.
Para comprender la riqueza de este
periodo tendríamos que distinguir entre el valor de estas obras, y el uso que
se hizo de ellas. Creo que dudar del valor de las mismas, si las consideramos
como esa búsqueda inagotable de la verdad en la ciencia, es totalmente injusto.
Su logicidad, el sustrato experimental de muchos de sus planteamientos, la
rigurosidad de los análisis, etc. son cosas de alto valor. Pero infelizmente
fueron convertidas en “bíblicas”, en “monumentos” inalterables. Tomemos apenas
un ejemplo: “Problemas del desarrollo del psiquismo” (Leontiev,1959). Esta obra
como se sabe fue cercenada por la censura. Epígrafes completos donde se
destacaba el lado más subjetivo del problema desaparecieron hasta de los
archivos personales del autor. Casualmente fueron los epígrafes que llevaron a
Rubinstein S.L. a acusar a Leontiev de idealista subjetivo en la oponencia que
le hizo a este trabajo, cuando fue presentado como tesis de doctorado por su
autor. Apenas quedaron fragmentos aislados que más tarde recogió y dio a
conocer Alekcei Alexandrovich Leontiev.
En esta obra cuando Leontiev asocia
el origen del psiquismo a la aparición de la capacidad de sensación, o al
reflejo mediatizado, el autor habla de “la hipótesis”. Sigue aquí la tradición
marxista de la rigurosidad histórica y la honestidad científica. Ya Engels
había subrayado el carácter hipotético de la idea central de la conversión del
mono en hombre por la mediatización del trabajo. Es este un status metodológico
determinado, digamos parcial, de necesaria corroboración. Sin embargo fue
tomado como tesis definitoria, así fue enseñada y divulgada.
¿Cuáles son a nuestro juicio los
signos de perdida de vitalidad y por ende de asunción rígida y tergiversada del
marxismo en la época?. Señalemos algunos de los más significativos:
1. La utilización del
marxismo de una manera cerrada y dogmática, como verdad absoluta que solo
requiere de traducción al lenguaje de la psicología.
2. EL marxismo no se
toma como pensamiento vivo, en acción, modificación y enriquecimiento, sino
como la palabra escrita de los fundadores: Marx, Engels y Lenin. No existe más
que el intento de comprender mejor y más profundamente lo que dijeron.
3. La pérdida de la
pluralidad en la universalidad. No fue una pérdida total de pluralidad al interior de la propia
Psicología Soviética, pero si de lo que ocurría fuera de ella.
4. La pérdida de los
valores metodológicos fundamentales de la obra de Vygotsky y de muchos otros
que tenían una postura más de convergencia y creatividad.
5. La creación de un
cierto “sentimiento de perfección” asociado a razones de naturaleza políticas e
ideológicas, y no propiamente científicas profesionales.
6. El desarrollo de una
psicología de corte académico apta sobre todo para el desarrollo de una
actividad de investigación científica y,
lógicamente, de una práctica docente, prácticas estas regeneradoras en el mejor
de los casos. Pero la psicología quedaba cercenada por su parte de desempeño
profesional. Los grandes de la Psicología Soviética no dominaban una práctica
profesional que no fuera la investigativa. La práctica profesional de los
psicólogos eran exigua y rudimentaria. La psicología era una ciencia, pero no una
profesión.
7. El comienzo de una
lucha de poder entre los grupos científicos asociados a dos de las escuelas
fundamentales.
No obstante, todavía en este período
la psicología es una disciplina que está pidiendo en la URSS su derecho a la
consideración plena, a la independencia (recordemos que no es hasta el 6 de
Diciembre de 1965, que se da el status de Facultad, a la sección de Psicología
de la Facultad
de Filosofía de la Universidad Estatal
de Moscú). Es cierto que ya se notan rasgos de su peligro de estancamiento y
por tanto de disolución, pero es una psicología que puede enseñar un perfil
propio, productivo e interesante.
3. ESTABILIDAD.
La posibilidad de desarrollo, la
capacidad de cambio, de creación de alguna nueva alternativa en Psicología comienza
a cerrarse definitivamente en la
URSS entrando los años setenta y sigue hasta su disolución en
los finales de los ochenta, inicios de los noventa. Se ha llegado al período del “razbitovi socialism”
(socialismo desarrollado). La estabilidad política, el “altísimo
nivel” de desarrollo económico, hacen de
la Unión Soviética
un país casi perfecto, al menos en el discurso político. Los propios
historiadores, después del advenimiento de la perestroika, han denominado en
realidad a este periodo periodo del Inmovilismo (si todo está bien, ¿qué más
hay que hacer?- solo seguir haciendo lo mismo). Pero ¿qué sucedía en la
realidad cotidiana, ahora convertida en discurso subversivo por efecto de su
contenido contradictorio y antagónico con el discurso político oficial?. La
indiferencia, la incredulidad en el discurso político, la burla y el mal-humor
lacerante, el sentimiento de inconformidad, y lo peor la mirada esperanzada a
Occidente como realización del modo de vida que se desea.
¿ Qué pasa en este periodo en la Psicología ?. La
complacencia, la falta de crítica y autocrítica, y en su lugar el discurso
oculto de la disensión, el silencio asesino, la indiferencia. ¿Qué más? Las
luchas intestinas, el abuso de poder, la lucha por el poder de forma malsana
para imponer ideas o supuestas teorías científicas. Las nuevas generaciones
para quienes la única esperanza es “ser un preferido” de los que ostentan el
poder. La distribución de las posibilidades de intercambio científico, sobre
todo en otras latitudes, inequívocamente entre unos pocos.
Los soviéticos comenzaron a olvidar
que “nadie por si mismo puede hacer las cosas lo suficientemente bien”. Todo
parecía o se hacía parecer que funcionaba bien. Las formas particulares en que
se desarrollaba la
Psicología Marxista , devenida marxista por el mero hecho de
haber sido escrita en ruso, al decir de Radsijovsky, podían ser criticadas
sobre todo entre “los grandes”, pero los principios sobre los que se
sustentaban, algunos de ellos ficticiamente adjudicados al marxismo, eran
inamovibles. Hay toda una generación que mira a la Psicología Occidental ,
especialmente la norteamericana, como aquella que verdaderamente incita y
convoca a ser psicólogo. En lo intersubjetivo hay una generación que ostenta el
poder que mantiene viva las tradiciones, las buenas y las malas del periodo
anterior. Se cita a “los clásicos”, se
mantiene la unidad conceptual, es como si se dijera: Ya está aquí la Psicología Marxista
ahora a aplicarla. Y aquí encontramos todavía un poco de vida en la Psicología Soviética.
La encontramos en un llamado a desarrollar lo que sin duda, era para todos la
“cenicienta” de la psicología soviética: La aplicación práctica.
Hay un llamado a reorientar la Psicología de su modo
académico de desarrollo al robustecimiento de su sentido práctico y aplicado.
“La teoría deberá generalizar la práctica y servir a su ulterior desarrollo. La Base teórica de la Psicología deberá
desarrollarse en relación a la actividad práctica de los psicólogos dirigida a
la solución de las tareas que nos solicita la sociedad.” (Editorial de la Revista de
Psicología,1981, p.6).
Sin embargo, las nuevas generaciones
de psicólogos, los que podían llevar adelante este movimiento, ya estaban en
una suerte de “desesperanza aprendida” con respecto a lo autóctono. Hay una
demarcación de fronteras generacionales muy grande. En la Universidad Estatal
de Moscú, por solo citar un ejemplo bien conocido, los temas de moda y de
interés entre los más jóvenes, y los antiguos discípulos de Leontiev,
Tijomirov, Galperin, etc. son el psicodiagnóstico con técnicas proyectivas, la
psicoterapia familiar, la psicolinguística chomskyana, a las que por cuestión
de forma se les añade los nombre de supuestos antecesores rusos.
Las actitudes dogmáticas, las
críticas no constructivas, sino malsanas y convocadas por intereses de poder,
el ocultamiento histórico de una “fruta prohibida” (occidente y su producción
científica y profesional), el intento de las generaciones más viejas de
proseguir una suerte de “gerontocracia”, muy dentro de la tradición rusa, crearon “su propio sepulturero” al decir de
Marx en el Manifiesto de los Comunistas. Solo faltaba encontrar una condición
favorable. El pleno del PCUS de 1986 la
regaló en bandeja de plata: la concreción de la política de la perestroika .
Es importante llamar la atención
sobre el hecho de que no se pierde en este periodo el discurso típicamente ruso
de la psicología. Justamente, a nuestro juicio, aquí está uno de los problemas.
El lenguaje, las citas, los tipos de problemas que se estudian, que aparecen
publicados en las Revistas de Psicología fundamentales de la época (Voprosi
Psijologui, Psijologuichesky yurnal, Vestnik Moskovskava Universitieta), siguen
siendo, en lo fundamental, los mismos. Es
muy triste para una psicología que, a pesar de sus déficits, podía
haberse convertido en un amplio movimiento de creación, aceptar que “en los
años 70 y 80, la ampliación de la ciencia poco a poco se cierra. Aquél efecto
práctico que esperaba la sociedad, la psicología no pudo darlo. Crece la
indiferencia y la falta de creatividad en la teoría y en la práctica, aunque de
esto nadie habla” (Radsijovsky,1989, p.81).
4. LA DISOLUCION.
Los vientos renovadores de la
“perestroika” y la “glasnost” abrieron a las Ciencias Sociales soviéticas una
posibilidad largamente esperada. Pero,... ¿Quién sabe si la ansiedad de la
espera produjo la respuesta desarraigada?, ¿Quién sabe si la historia es
implacable por encima incluso de las voluntades humanas?, lo cierto es que el
efecto tangible para la Psicología
fue la pérdida de todo: lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, las bondades
y las desgracias.
En los funerales de Alekcei
Nikolaievich Leontiev (1979), muchos de los que fueron los jóvenes seguidores
en vida del maestro, se acercaron al féretro del difunto a dar su último beso.
Un beso con el que despidieron para siempre una “adopción” (es posible decir
que para muchos era una “adicción”). La ruptura de aquél cordón umbilical significó la búsqueda de uno
nuevo: Lo que no habían aprendido era a no tener cordón umbilical, a
alimentarse por sí mismos, a crear su propia vida. Lo buscaron inicialmente en
otro rusoparlante (fueron varios los elegidos- Bodaliov, Lomov, Klimov,
“casualmente” todos los que ocuparon posiciones importantes de poder). Años más
tarde, discípulos y no discípulos de los representantes de la más productiva e
infelizmente devenida inmovilizadora generación de psicólogos soviéticos,
cortaron, bajo los efectos de la
perestroika, su cordón umbilical, pero ¿para regalar su talento a quién,
a qué causa científica y profesional?.
Símbolo de la disolución de la Psicología Soviética ,
o de las Escuelas Soviéticas en psicología, como preferimos llamarle, se
constituyó el “Congreso de toda la
Unión de la
Sociedad de Psicólogos de la URSS ”, celebrado en Moscú en 1989. Las filiales
de la Sociedad
en cada República se separaron, los postulados llamados básicos de la Psicología Marxista
más que cuestionados, lo que hubiera sido un éxito, fueron destrozados y
abucheados por muchos, las salas en las que se hablaba de lo que pasaba en los
Estados Unidos se repletaban, mientras unos clamaban por una “perestroika en la
ciencia psicológica”, otros , los más, solo pedían destitución, anarquía
disfrazada de supuesta democracia.
Infelizmente, nuestro contacto con la Unión Soviética
murió. Murió doblemente: porque la
URSS dejó de existir, y porque nunca más tuvimos la
posibilidad de saber que pasó después del 89 por vía directa. Muchos de los
amigos de entonces ya no viven allá. Otros sobreviven. Algunos siguieron con la
táctica de “adaptarse a cualquier circunstancia” y, como casi siempre sucedió y
sigue sucediendo, no les va, en cierto sentido, nada mal. De la fortaleza y la creatividad de aquella
polémica generación que hizo y deshizo un modo autóctono de pensar y hacer la Psicología , parece ser
que no queda más que un recuerdo vago y agonizante. Quien sabe si fueron
proféticas aquellas palabras de Vygotsky: “Nuestra ciencia no podía ni puede
desarrollarse en la vieja sociedad. Dominar la verdad acerca de la personalidad
y conocer la personalidad misma es imposible mientras la humanidad no domine la
verdad acerca de la sociedad y conozca la sociedad misma. Por el contrario, en
la nueva sociedad, nuestra ciencia estará en el centro de la vida...la nueva
sociedad creará al hombre nuevo”. (Vygotsky,1982 p. 436).
II.B. INCONVENIENTES
EPISTEMOLOGICOS.
Muchas fueron, sin duda, las
vicisitudes históricas del desarrollo de una Psicología Marxista en la URSS. Su extensión al
resto de los países socialistas fue a pesar de todo muy importante, y si no se
extendió más a otros países, junto al problemático asunto de la lengua, fue por
causa del nada despreciable y no menos problemático asunto de la política. Pero
esto es algo de lo que aún los historiadores tienen que encargarse de una
manera más sería y profunda que la forma tremendamente destructiva y
chismográfica que primó durante los primeros años de la perestroika. Allí la
historia fue convertida en instrumento de destrucción, fragmentación, y también
fuente de arribismo político y de pase de cuentas de antiguos resentimientos.
No es esa la historia que necesitamos, como tampoco, ciertamente, la historia
que glorifica y exalta escondiendo fallas, perdidas de rumbo, pasiones y
desventuras humanas.
Como ya dije y reafirmo, la Psicología Soviética
traía consigo muchos elementos esenciales para la tarea histórica, como decía
Vygotsky, de desarrollar una psicología marxista. Sin embargo, los problemas
del desarrollo de una Psicología Marxista en la URSS incluían como fundamental, a mi juicio,
inconvenientes que llamaría estructurales, esenciales. Estos problemas
estructurales resultan de la confluencia de múltiples factores, incluyendo
incluso de idiosincrasia. Con el ánimo sobre todo de abrir un debate necesario,
me atrevo a señalar algunos de ellos.
1. Preocupados por que
la naciente psicología marxista fuera una explicitación clara del pensamiento
marxista, los soviéticos se dedicaron más a las definiciones de principios y
categorías, al trabajo de construcción teorética, que al hacer una ciencia
marxista como conjunto de prácticas científicas profesionales. De este modo la
prioridad constructiva se concentró en los aspectos teóricos abstractos de la Psicología. Los
llamados principios de la
Psicología no reconocían al fenómeno psicológico en su
particularidad, sino que llamaban la atención sobre su forma teórica de
existencia que era donde esencialmente se suponía se explicitaba el carácter
marxista.
2. A manera de ejemplo
tomemos una típica definición de la época: la percepción es el reflejo de las
cualidades integrales del objeto. Desde el punto de vista de su existencia como
subjetividad la percepción no es eso. La percepción no es más que el producto
de y la acción misma de percibir y se asocia, en psicología, a un conjunto de
fenómenos mentales. En la definición soviética no hay interés de reconocer la
percepción como lo que es, sino su determinación, su filiación con respecto a
una gnoseología, una epistemología y una ontología.
3. El ejercicio
profesional de la psicología era muy exiguo lo que facilitaba la reproducción
del academicismo al que antes hice referencia. En conferencia pronunciada en la Facultad de Psicología de
la Universidad
de La Habana ,
en 1989, Zabrodin, entonces
vicepresidente de la Sociedad
de Psicólogos de la URSS ,
señalaba que más del 95% de los psicólogos de la URSS trabajaban en Centros de
Investigación o Instituciones de Educación, siendo que apenas un 5% se dedicaba
a tareas propiamente profesionales.
4. Quizás el área más
favorecida fue el de las psicologías educativa, pedagógica, del desarrollo, por
su vínculo con las tareas de la Educación. Pero siempre llamaba la atención el
academicismo, por ejemplo, de la Psicología Social en la que no se reconocían
problemas centrales de la sociedad, de
las diferencias nacionales, criticándose los modelos llamados burgueses, pero
sin alternativas de afrontamiento para muchos de los problemas que allí se
trabajan. El grupo, como el colectivo, era sobre todo un concepto o un objeto a
investigar, pero muy raras veces una realidad de la vida cotidiana, un
instrumento para la movilización social, etc.
5. La concentración y el
gran desarrollo alcanzado en los niveles abstractos teoréticos y el atraso en
lo que a problemas prácticos y aplicados se refiere, incluso la desatención a
los problemas instrumentales, generó una suerte de disociación entre la teoría
y la práctica. La primera se convirtió en algo así como un discurso declarativo
obligatorio desligado en lo fundamental de lo que se hacía en el terreno
empírico.
6. La interpretación
marxista de la psicología se sustentaba en un conjunto de principios cuya
explicitación en la obra de Rubinstein fue bastante aceptada. Estos principios
eran:
• Principio de la unidad psicofísica.
• Principio del desarrollo.
• Principio histórico.
• Principio de la unidad de la teoría y la
práctica.
• Principio de la unidad de la consciencia y
la actividad.
Como se puede observar el sentido de
los principios es de carácter teórico abstracto y nada dice del sentido de las
prácticas. La psicología marxista vista así era una práctica de elites, se
conformaba sobre todo como una “ciencia para sí misma”, no una ciencia para
sustentar un ejercicio profesional transformador, enriquecedor, facilitador del
bienestar y la felicidad de los seres humanos. Creo que los psicólogos
soviéticos en su encuadre del marxismo no comprendieron bien que el marxismo no
es sencillamente un instrumento para la toma del poder y su ejercicio, no es
tan solo un modo de concebir al hombre, su vida, ni tampoco se reduce a una
teoría de la sociedad para conocerla mejor. El marxismo es un instrumento para
luchar por el bienestar, la felicidad, la plena realización y el
enriquecimiento espiritual de los seres humanos. El problema no ha de ser tan
solo como concebir la psique, sino como favorecer su mejor existencia y
desarrollo.
Intentando sintetizar, considero que
la Psicología
Soviética tenía un obstáculo epistemológico fundamental. Le
denomino, siguiendo a Bachelard, obstáculo epistemológico para referirme a esa
idea de que “es en el acto mismo de conocer, íntimamente, donde aparecen, por
una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las
confusiones...causas de estancamiento y hasta de retroceso...causas de
inercia.” (Bachelard G.1983.p.15). Su idea (imagen ideal, representación
dominante, etc.) de Psicología era en esencia como el resto de las Psicologías
de su época : una ciencia académica, de profunda impronta empirista, dónde de
forma diferente se pensaban los mismos problemas, los mismos artificios
experimentales, lo que unido a una racionalizada sensación de perfección,
adecuación y justeza acarreaba los mismos males esenciales, los mismos olvidos,
y las mismas concepciones elitistas que sus contemporáneos paradigmáticos.
Esto es una invitación a la
polémica, sobre todo a la polémica que es precedida por la profundización, el
estudio más erudito. Para mi son ansiedades que no quiero dejar de socializar
por el posible valor que puedan tener.
III.
LA
PSICOLOGIA MARXISTA COMO ENCUADRE.
¿Qué entender por Psicología
Marxista?. Esta fue una pregunta que nos hicimos bastante después de definir
nuestra postura como marxistas (muchos se definieron como marxista con un
conocimiento bastante elemental, superficial y ortodoxo del marxismo). La primera
respuesta la encontramos aún sin ayuda de los soviéticos. Podríamos expresarla
así: la psicología marxista es el intento de HACER desde la psicología con las
herramientas del marxismo. En este sentido, buscando dentro de nuestra
disciplina una noción que coherentemente exprese esta idea, formulamos que se
trata de una Psicología cuyo encuadre primario, instituyente es el marxismo.
Esta determinación primaria nos ponía, en principio, a alguna distancia de la
adherencia a alguno de los tipos de relación más arriba señalados.
Insistimos en la idea vygotskiana de
que la psicología marxista no se nominaliza a si misma marxista para
“etiquetar” su ser con un viso de contemporaneidad, preocupación social, etc.,
sino que con esto pone al descubierto su compromiso real y efectivo, teórico,
metodológico, práctico e ideológico con el marxismo en tanto concepción del
hombre y la sociedad, como filosofía expresada en la unidad de su
epistemología, su ontología, su lógica y su valor de guía metodológica, y como práctica
revolucionaria y revolucionadora. Al
nominalizar a la psicología como marxista no se trata solamente de señalar
dentro de qué perspectiva, en qué se fundamenta el hacer científico, sino
también de quién lo hace; digamos QUÉ es
la psicología y QUIÉN es el psicólogo.
La nominalización de la Psicología como
marxista, tenía apenas un sentido histórico concreto. Creo que a nadie se le
ocurriría hablar de una biotecnología marxista, o incluso de una física
marxista. Se trata de que en las
ciencias sociales, por ubicar de algún modo a nuestra disciplina, la lucha
ideológica tiene una presencia particular, y se hace necesario explicitar con
precisión la posición de partida. No es
posible confundir esto con la absurda idea de que la simple utilización de un
“apellido” será un toque de magia para
la conversión del cuerpo de conocimientos de nuestra disciplina en una ciencia,
mucho menos con la idea de ser la única capaz de producir conocimientos
científicos. No creo que fuera de ésta
situación histórica la adjetivación sea imprescindible.
Al mismo tiempo, debo reconocer que
hay un problema de economía del lenguaje. Dice Seve, y yo coincido con esa
idea, que “...no hay ni puede haber, en sentido estricto, una psicología
marxista, lo que sin lugar a dudas existe y está llamado a desarrollarse más
aún es una concepción y un uso marxistas de la psicología” (Seve L. 1975.p.47).
Pero ¿cómo hacer para decir que trabajo
dentro de una concepción marxista de la psicología, y que en la aplicación que
hago de ella se evidencia su vocación e inspiración marxistas?. Sencillamente
digo que soy un psicólogo marxista, que cultivo la psicología marxista-mente.
En segundo lugar, al decir que el
fundamento de la psicología es el marxismo, planteamos el carácter de la
relación entre marxismo y psicología, como entidades particulares e
independientes. Como señalé antes, su identificación es absurda, y un
pretendido psicologismo en el marxismo o viceversa sería una reducción mecánica
contraria a la esencia misma de ambas.
La psicología tiene sus problemas particulares y busca sus respuestas a
estos problemas. Es indiscutible que el
propio planteamiento del problema, así como la búsqueda de su respuesta y la
evaluación del hecho conocido tendrán siempre una base en los principios
filosóficos de partida, pero estos no son idénticos al problema mismo ni a su
solución.
Ninguna filosofía como ciencia de
las leyes universales puede responder por si misma a los problemas particulares
de una ciencia particular, y no es la psicología una excepción. Algo cercano, en su sentido más general,
pretende señalar Seve, L. cuando señalaba: “decir que los principios del
materialismo dialéctico contienen de antemano las verdades científicas futuras
– por ejemplo, en psicología- tiene un sentido similar al de expresar que la
lengua francesa contiene por anticipado las futuras obras maestras de la
literatura; lo único que falta es un medio cualquiera para extraerlas, además del
esfuerzo que exige escribirlas”. (Seve L.1975.p.46). Tal suposición es de una
superficialidad abrumante.
Del mismo modo en que la Psicología Marxista
postula su unidad y diferencia con su fundamento, no pretende ni se plantea la
estéril tarea de llenar con su conocimiento psicológico los supuestos “vacíos”
del marxismo. No quiere esto decir que
se plantee una ruptura de la inevitable relación dialéctica que opera entre la
filosofía marxista y las ciencias particulares, donde el primero sirviendo de
fundamento recibe a su vez los descubrimientos de las otras que garantizan la
movilidad, el desarrollo, el perfeccionamiento del marxismo, su historicidad y
contemporaneidad. Las leyes más
generales no se expresan más que en ciertas formas particulares y la amplitud,
precisión y profundidad que logren estas formas particulares, redundará en la
corroboración del carácter general de las primeras y en su tránsito a nuevos
niveles de desarrollo y perfeccionamiento.
En este sentido, del mismo modo en que sería una mistificación el
conceder al marxismo la capacidad total de responder a los problemas
particulares de la psicología, sería también una mistificación absoluta el
conceder a la psicología la capacidad de ejercer las funciones del marxismo. En
este sentido inscribimos la sentencia de Politzer, G. quien afirmaba que “la
psicología no contiene en modo alguno el secreto de los hechos del
comportamiento humano, simplemente porque dicho secreto no es sólo del orden de
lo psicológico” (Politzer G.1947.p.120).
En tercer lugar, la Psicologia Marxista
realiza una lógica constructiva inversa a la de aquellas aproximaciones al
marxismo que se ejecutan desde modelos o esquemas psicológicos preconcebidos
fuera de él. Cuando hablamos de modelos
concebidos fuera del marxismo, no dudamos que en algunos de ellos estén
expresados, digamos de modo espontáneo y en forma parcializada, elementos de
connotación materialista o dialéctica.
Indiscutiblemente la historia de la psicología está llena de
descubrimientos y hallazgos de indudable valor científico, de no ser así, cómo
podríamos hablar hoy de una ciencia psicológica. Parafraseando a Engels, F. en su “Dialéctica
de la naturaleza” señalemos que los hechos siguen siendo hechos, no importa
cuan falsas sean las representaciones que de los mismos se hagan. El problema no está en que partiendo de
ciertos modelos psicológicos, podamos llegar o no a ciertas verdades y que
podamos entonces, sobre todo a estas verdades, encontrarles una justificación
marxista. Creo, sin temor a exagerar,
que de ser así cualquier corriente psicológica podría adjudicarse un carácter
marxista. En la psicología marxista se
trata de una nueva edificación de la base misma de la ciencia, de un cambio del
modo de concebir el sistema integral de su modelo de partida. Se trata de comprender y asimilar el
significado del marxismo como guía metodológica para la construcción de dicho
modelo y como acción transformadora.
Valdría la pena señalar algunas de
las consecuencias concretas que trae consigo la adopción de un modelo de los
establecidos en el devenir de la psicología, y cuál es el intento de superación
de la psicología marxista.
1. Los modelos clásicos
por nombrarlos de algún modo, son modelos parciales que pretenden agotar el
estudio de lo psíquico por algo que en el mejor de los casos, no es más que una
de sus manifestaciones contenidas o formas de existencia. “La Psicología clásica , dice Bleger, nos ofrece, en
lugar de vida humana, procesos que no son nuestras acciones cotidianas” (Bleger
J.1967.p.41). Así el conductismo, por solo cotar un ejemplo, al reducir lo
psicológico a lo conductual, eliminó de la psicología posiblemente su
peculiaridad básica: su carácter
subjetivo.
2. Al centrarse en un
objeto parcial de estudio, se corre el peligro de obviar lo que focalizándose
en otros objetos, la psicología ha producido a lo largo de su historia. Como
suceso bastante común los psicoanalistas, escudándose en su idea de que el
psicoanálisis no es una psicología demuestran un desconocimiento bastante
grande de la Psicología
como ciencia y sus aportes generales, a no ser que por formación primaria sean
psicólogos.
3. En la mayoría de los
modelos a los que hacemos referencia, si bien se logra una certera
interpretación entre objeto, método y práctica, se observa un cierto “efecto de
cierre”, donde la consumación del modelo es vista en la creación de un sistema
cerrado creando la imposibilidad de la asimilación crítica de los resultados
alcanzados en otros sistemas, más allá de lo que pudiera ser una “asimilación por
conveniencia”.
4. Podríamos aún añadir
que en la base de cada uno de estos modelos, incluso de aquellos en los que
operacionalismo y positivismo están fuertemente arraigados, hay una concepción
del hombre y por supuesto de la sociedad afiliada conciente o inconscientemente
a alguna filosofía. Nos preguntamos si
es posible romper con esta concepción para asumir otra, la que nos ocupa, la
marxista, sin romper el propio modelo, o producir una “adaptación” de la nueva
concepción del hombre que trata de imponerse.
En la respuesta a estas cuestiones
está, más allá de las relaciones de unidad y complementación, el por qué de la
ruptura esencial que busca la Psicología Marxista tal y como la concebimos con
los modelos preestablecidos desde fuera del marxismo, y el por qué la vía de
acercamiento al marxismo desde alguno de estos modelos se nos presenta como
insuficiente. La psicología marxista
entonces, la construimos (y subrayo esta afirmación - la construimos) partiendo
del marxismo como fundamento general en la búsqueda de un modelo propiamente
psicológico que refleje lo psíquico en toda su integridad, que sea consecuente
con los principios de partida y que sea capaz de asimilar e integrar
críticamente lo mejor del pensamiento psicológico en su historia y en su estado
actual, aquello que se descubre como una verdad objetiva científica.
Valdría detenerse aunque sea
brevemente, en este último aspecto - la asimilación crítica - por el
significado que tiene dentro de la psicología marxista y porque no han faltado
las incriminaciones de los “agudos de la
superficialidad” acerca de un supuesto eclecticismo.
En el propio ejemplo del marxismo,
encontramos la clave para comprender la necesidad y el sentido de la
asimilación crítica. Analizada en esta
dirección particular, tendremos todos que estar de acuerdo en que, como
señalaba Lenin, el marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad
creó en el siglo XIX; la filosofía
alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés”. ¿Podemos
reducir el marxismo a estas tres fuentes y partes integrantes?. Indiscutiblemente no. Pero ¿pudiéramos
concebir el marxismo sin ellas?. La respuesta es igualmente negativa.
En la psicología marxista el
problema se plantea así: la asimilación
crítica de la producción científica en psicología es un elemento central que
expresa, más allá de su ruptura, la unidad de la ciencia psicológica; a la psicología marxista no le son ajenos los
logros de las escuelas, tendencias, etc. son estas “fuentes y partes
integrantes”; las escuelas psicológicas
han reflejado en mayor o menor medida y adecuación lo que han pretendido
estudiar, descubriendo leyes, regularidades, mecanismos psicológicos de
significación particular. Desconocer esto sería abrir las puertas al
chouvinismo y el dogmatismo pseudo científico, porque en realidad retomando a
Vygotsky, “...nuestra ciencia será marxista en la medida en que sea verdadera,
científica; y es precisamente en la dirección de la conversión de nuestra
ciencia en verdadera, y no en ponerla de acuerdo con la teoría de Marx, en la
que hemos de trabajar...lo que hubo y hay de verdaderamente científico en la Psicología , entra en la Psicología Marxista.. .este
concepto es más amplio que el de escuela o corriente...coincide con el de
Psicología científica en general, no importa donde ni quien la desarrolló”
(Vygotsky L.S. 1982. Pgs. 434-435.)
En cuarto lugar, la psicología
marxista no pretende ser una cierta “conciencia crítica” de la psicología, el
“perogrullo” portador de la verdad teorizada y que desde esta posición
privilegiada tiene el derecho de dictar sentencia sobre lo bueno y lo malo, lo
adecuado y lo inadecuado, etc. La Psicología Marxista
demuestra su valor en la praxis. Cómo considerarnos marxistas, cómo hacer una
psicología marxista si olvidamos que el problema de si el pensamiento humano se
le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un
problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la
verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su
pensamiento. Pero como toda praxis, la
práctica de la psicología marxista expresa la necesidad de una unidad
dialéctica indisoluble: la unidad
teoría-práctica.
La reflexión teórico-metodológica,
la elaboración de un marco teórico conceptual es un punto central para la
conformación del desarrollo de la psicología marxista. “Los intentos de comprender los problemas
metodológicos de la ciencia psicológica siempre son creados por una necesidad
impostergable de orientaciones teóricas, sin las que las investigaciones
concretas inevitablemente resultan miopes” (Leontiev, A.N.1975.p.3). No hay ni puede haber una práctica
consciente, orientada y productiva sin un marco teórico en el que la misma se
inscribe, marco teórico que surge de una práctica y que vuelva a ella no sólo
para confirmarse, sino para perfecionarse y permitir así un verdadero
crecimiento científico.
Este marco teórico de la psicología
y que tiene como fundamento el marxismo, se elabora sobre un conjunto de
requerimientos científicos metodológicos insoslayables. Señalemos por solo citar algunos:
1. Su objetividad, evaluada no solamente por la
corroboración empírica particular que sobre la base de uno u otro método de los
llamados tradicionales, valída, hace confiable y pertinente un sistema
categorial, sino sobre todo por una praxis histórica y contextual.
2. Su carácter dialéctico, en tanto su
capacidad de asimilar el carácter relativo de todo conocimiento humano relativo
no en el sentido de la negación de la verdad objetiva, sino en el sentido de la
condicionalidad histórica de los límites de la aproximación de nuestros
conocimientos a esta verdad.
3. Su carácter general, en tanto que representa
la unidad de la teoría psicológica con independencia, por supuesto relativa, de
sus formas particulares de expresión.
Es por esto que la Psicología Marxista
tiene en su núcleo una Psicología General, pero no en el sentido de una
psicología del hombre blanco, adulto y civilizado como pensara Titchener, E. o
una metateoría al decir de Binswager, ni tampoco simplemente una psicología de
procesos y fenómenos, de corte experimental como aún piensan muchos. Sino una psicología general en la que queda
plasmado el sistema de principios teórico-metodológicos que estructuran el
conocimiento psicológico, su aparato categorial, y en la que se realiza, al
nivel de la ciencia particular, en términos propios y diferenciados, su
fundamento.
En quinto lugar, habría que precisar
que la Psicología
Marxista es unidad en la diversidad. Su ajuste total es imposible identificarlo
con un enfoque o una teoría particular, aún cuando este se inscriba dentro de
los límites que de algún modo hemos expuesto en estas reflexiones básicas. Su
unidad consiste justamente en la comunidad de ciertos puntos de partida que se
derivan en la práctica de la apropiación de su fundamento. Dejemos claro - la unidad de principios de la
psicología marxista representa su existencia objetiva.
Dentro de este contexto se verifican
las contradicciones propias que movilizan el desarrollo científico entre los
diversos modos de realización concreta de los principios, se realiza la
historicidad de las categorías, se delimitan sus alcances y sus
limitaciones. En este sentido no hay
nada más ajeno a la
Psicología Marxista que pretender ser un conocimiento
acabado; la psicología marxista está en constante construcción y reconstrucción
sobre un fundamento solidamente establecido.
Lo que tenemos hoy adolece de múltiples insuficiencias, no siempre somos
del todo consecuentes con lo que nos planteamos en el terreno teórico, porque
dicha consecuencia, no es solo el efecto de un deseo o una convicción, sino de
una situación concreta, históricamente condicionada, pero podemos mostrar lo
que hacemos, cómo lo hacemos, lo que pensamos y por qué lo pensamos.
Qué más necesitamos para demostrar a
muchos escépticos que la
Psicología Marxista existe, - un sistema cerrado de
conocimientos anquilosados y obsoletos, sujeto a una lógica metafísica? Una única conceptualización teórica de algo
que aún no ha sido descubierto en toda su esencia? O quizás una falsa propuesta de dominio
absoluto del universo psicológico del hombre?
Si esto se espera, entonces cómo hablar de Psicología, marxista o
no. Pero incluso, para qué hablar de
toda ciencia. La psicología marxista
está ahí, su unidad de principios, su praxis.
Pero el conocimiento de lo
psicológico es inagotable, y también inagotable serán los modos de su
aproximación. Nuestra vía no es la
única, el marxismo está al alcance de todos, y el descubrimiento de su significado
para la psicología es una tarea histórica. Será la práctica quien acudirá al
llamado de los interesados en una psicología plena.